Hace mucho, mucho tiempo vivían en Benimaclet una pareja de ancianos que se sentían muy solos.
Un día fueron al circo con sus nietos y se encontraron un león triste y cansado. Como el león era viejo como ellos, decidieron llevárselo a su casa.
Como su casa era muy grande, prepararon un espacio para él. En cuanto sus nietos Carlos y Sara se enteraron, se pusieron muy contentos y se fueron corriendo a casa de sus abuelos a jugar con el león. Sara, la más pequeña, tenía un poco de miedo.
El león estaba más contento, aunque aún estaba un poco triste. Un día los abuelos llevaron a sus nietos al Bioparc, para tener ideas de como cuidar al león. Entonces los abuelos pensaron que el Bioparc era un sitio mejor para el león.
A la mañana siguiente llevaron al león al Bioparc para que pasara el resto de su vida allí. La propietaria, Melisa, les dio un vale para que pudieran entrar siempre que quisieran para ver al león, que tanto querían. Y todos salieron ganando, los abuelos, el león, el Bioparc e incluso los nietos que podían ir al Bioparc siempre que quisieran.
María
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